
El gato sigue un brillo en la pared.
Me pregunto por qué no para de mirar arriba y abajo.
El gato me mira.
Yo sigo dirigiendo el brillo provocado por el portátil moviendo las piernas arriba y abajo.
El gato se ha cansado.
Le miro e insisto mientras un físico explica qué es la fusión nuclear y una pequeña pantalla muestra un avión cayendo en Bengasi.
El gato viene y me da con la cabeza.
Dejo de moverme. Aquí el día brilla y veo en la televisión por enésima vez la ola gigante.
El gato ronronea.
Si, reconozco que todo es relativo.
Y menos mal que el gato te recuerda que lo mejor y lo peor pueden convivir.
ResponderEliminarUn saludo