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martes, 15 de noviembre de 2011

Cinco días y todavía con obstáculos


Hace poco que hablábamos de todo lo que se le había quedado en el tintero a este gobierno que se nos va: la ley de libertad religiosa, la de muerte digna o la ley de no discriminación y de igualdad de trato.

Esta última es quizás la que más duele porque estoy seguro de que podía haberse convertido en la ley definitiva, en esa gran ley que protegiese nuestra dignidad, autonomía, identidad y libertad y desterrase de nosotros de una vez por todas esa alma de caballero andante o de buen samaritano que nos predispone a ofrecer nuestras espaldas y nuestros músculos para ayudar a cruzar el charco al pobre "impedido".

Somos de izquierdas, socialistas y solidarios, pero parece ser que todavía encontramos excusas y matices o no nos queda claro que un coche mal aparcado, un escalón, una acera estrecha, un mostrador alto o un debate sin doblaje para sordos, pisotean todo aquello en lo que creemos, proclamamos y vitoreamos.

Algo tan simple como un colegio al cual no puede entrar un ciudadano con discapacidad. ¿Es eso igualdad de trato?

Piensa en esto:

- No quiero tu ayuda, quiero tener tus oportunidades.

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