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domingo, 7 de noviembre de 2010

Memoria


Desde que tengo uso de razón me recuerdo tras un mostrador. Primero fue la droguería y luego la frutería: botes de pintura, cola de carpintero, papel elefante, compresas, lejía, juguetes, manzanas, ajos, cebollas y patatas.

Del último kilo de patatas pronto van a pasar once años y ya rozo los cuarenta y uno.

Pintura barata, cola esnifada, pachuli, jabón lagarto, zotal, juguetes fiados y fruta algo picada. Ese era mi barrio, esos eran mis vecinos y mis clientes. Mis amigos y yo paseábamos en bicicleta por calles sin asfaltar, jugábamos a la lima y a las canicas cerca de la apestosa riera y buscábamos lagartijas entre las piedras y la basura. A mi barrio le llamaba “La ponderosa” y a él llegó antes la churrería manchega que el alcantarillado. ¡Cómo me gustaban aquellos churros de domingo! Vivíamos en la periferia del pueblo, entre las viviendas unifamiliares y los campos de algarrobos. Todavía recuerdo ese olor. Lo odiaba.

Durante muchos años no fuimos los elegidos, formábamos parte de aquellos que emigraron de sus pueblos, que abandonaron familia, amigos y sueños, fuimos “los de fuera”, los extraños, la chusma, los apestados que pasaron de vivir en chabolas y húmedos sótanos a vivir en monstruosos polígonos de viviendas de la periferia de cualquier ciudad.

Hoy pienso en esos años, en mi infancia y en el trabajo de mis padres, en las miserias de mi barrio y en la pobreza de aquellos días. Todo eso forma parte de mi historia y de mis recuerdos, pero no hemos conseguido que forme parte del pasado.

Día a día se repite la historia con otros protagonistas, con otros orígenes y con otras miserias. Hoy son otros los de fuera, los extraños, los extranjeros, los inmigrantes, los apestados que vienen buscando una oportunidad, los que molestan.


A mí no me ha ido mal y “La ponderosa” es hoy una parte integrada del pueblo en el que nací. Yo tuve una oportunidad, entonces, ¿por qué no pensar que si funcionó conmigo puede funcionar con ellos?


A veces me asusta lo frágil que puede llegar a ser la memoria.


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