Hay momentos destacados en nuestras vidas en los cuales salimos de la rutina para participar o celebrar hechos extraordinarios, recordar fechas señaladas o para rendir homenaje a personas que han influido o han sido importantes en nuestras vidas.
Dentro de estos días extraordinarios están los días en los cuales ejercemos nuestro derecho al voto. Introducir la papeleta en la urna, además de un gesto de cultura democrática, es un compromiso y una afirmación personal con la sociedad que construimos día a día, con el ser humano libre y plural y con la política. Es tan grande la capacidad del ser humano, que hemos sido capaces de crear un sistema a través del cual, incluso aquellos que no ejercen su derecho, participan de la democracia y se benefician de nuestro gesto.
Hoy, es uno de esos días. Las huelgas nunca han sido motivo de alegría, al contrario, suelen ser el último recurso para hacerse ver, para denunciar situaciones injustas o para alertar sobre la perdida de derechos. Por eso hoy es un buen día para recordar que nuestros derechos y nuestro sistema social, los cuales no han estado siempre ahí, se han conseguido a base de lucha y política social, a base de pensamiento libre y progresista, en definitiva, a base de esfuerzo democrático.
Es posible que la huelga de hoy llegue tarde, con consignas equivocadas y armada de mala leche, pero al igual que con el derecho al voto, el derecho a la huelga es una pieza más de la maquinaria democrática y ejercerlo debe convertirse en un recordatorio a la izquierda desde la izquierda. En nuestras manos está seguir construyendo un sistema justo, solidario y público o por el contrario, dejarnos caer en manos del mercado. Podemos decidir si remamos o nos dejamos llevar, si nos dejamos querer o empezamos a repartir abrazos. Da lo mismo, hagamos lo que hagamos, le pese a quien le pese, estamos destinados a ser libres y a hacer falsa esa copla que dice: “se nos rompió el amor de tanto usarlo”. El uso es lo que da sentido al objeto, en la copla a la relación y en este caso a la democracia.
¡Viva la democracia y la política!
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