Hoy sigo cansado. ¿Hoy?... Puede que ya sea mañana. Estas horas ya no son para mí.
Durante el camino de vuelta a casa, una cuña radiofónica me hablaba de los noctámbulos, de no sé qué ventajas obtienen los que trasnocharn frente a los que madrugan. Ya sabéis, cada uno se vende como puede o como mejor sabe, pero yo no puedo más. Os dejo con vuestras ventajas y mañana temprano, si nos cruzamos en el camino, me contáis.
Sigo cansado y espero a que los archivos viajen por la red a no sé muy bien dónde. La espera es eterna, el reloj me mira y se sorprende de seguirme viendo por aquí. Supongo que me odia por robarle estas horas, sus horas, su tiempo.
Acabó. Por fin acabó. Botón de aceptar, confirmar y los tres archivos ya están enviados, firmados y preparados para ser visados. Acabé con la angustia del que no acaba nunca y con el peso del que nunca llega.
Buenas noches luna. Ya hacía tiempo que no te veía a estas horas.
Algunas veces, merece la pena romper las rutinas, dejarse sorprender por lo cotidiano de las deshoras. Sin mas, solo por ver como suena el aire mientras duermes, o encontrarte con la luna desconocida de tanto ignorarla, por saberla segura.
ResponderEliminarTienes razón. Además, mejor romperla tú que te rompa ella a ti.
ResponderEliminarBesos