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sábado, 12 de marzo de 2011

Sorprendente

Estos días he estado en París. Ha sido mi primera vez. He paseado por sus calles, cementerios y museos. He tomado café con leche, comido cruasanes y algún que otro crepe.

- ¡Qué suerte! Seguro que te encantó.
- Sí, viajar está bien.
- Ya, pero seguro que te gustó.
- Todo es muy grande aunque da la impresión de que nada cabe.
- Pero bueno, ¿te sorprendió?
- Ah, no, eso no. Ya hay pocas cosas que sorprendan.

Cerca de París, un poco más allá de los brillos de Versalles, está Poissy y la villa Savoye. Esta vivienda proyectada en 1929 por Le Corbusier que se esconde tras los árboles, sorprende por su belleza, su versatilidad y su intemporalidad. En comparación con las obras maestras que se apelotonan y enmohecen en el Louvre, en Orsay o en el Pompidou, algo sigue vivo entre sus paredes.













Recorriéndola, me acordé de Alfonso XIII durante la inauguración del Pabellón Alemán de la exposición universal en Barcelona de ese mismo año, sorprendido y desarmado frente a un malcarado Mies van der Rohe.





- Esto, ¿para qué sirve?
- Para ser bello y representar.

(Pregunta de Alfonso XIII a Mies van de Rohe durante la inauración del Pabellón)




Me gustaría seguir buscando preguntas que hacer y volver a sorprenderme, aunque sea desde la inseguridad, la superioridad o el desprecio.






- Pues vaya, prefiero la elegancia del chaqué.






Las dos últimas imágenes han sido extraídas de la red.
Si los propietarios de las imágenes creen que deben ser retiradas de mi blog por estar sujetas a algún tipo de licencia que impida su libre reproducción, que me lo hagan saber y no dudaré en retirarlas.


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