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domingo, 2 de mayo de 2010

Contracorriente


Las hormigas protegen a su reina, las gallinas protegen sus huevos y a sus polluelos, las hienas atacan en grupo y luchan entre ellas por la carroña y los perros defienden con fe ciega a su amo. Los animales siguen su instinto mientras que los humanos luchan por no hacerlo. A grandes rasgos ese es nuestro hecho diferencial, una base de carbono salvaje y otra reprimida.

Hace unos años creía que el ser humano estaba ahí para compartir, defender al débil y para ser justo, para crear eso tan maravilloso que es la civilización, estaba seguro que el socialismo era parte de su esencia, que el bien general viajaba en paralelo con el bien particular y que el totalitarismo era como el plástico, una creación humana... Era joven, ingenuo y no me daba cuenta que la realidad y los hechos, incluso mis hechos, entraban en conflicto con mi razonamiento.

Soy un animal, con cierta capacidad de razonar y con dificultades para reprimir mis instintos más primarios. Ahora me doy cuenta,lo natural y lo fácil es lo otro, dejarse llevar y no mirar hacia atrás, proteger a mi reina, defender a los míos, pisotear a cualquiera que suponga una amenaza y formar parte del organigrama del clan que me proporcione éxito y poder. ¿Por qué debo luchar contra esto? ¿No es lo que más me conviene? ¿Qué gano yo si voy contracorriente?

"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles." (Bertolt Brecht)

El día que me deje llevar, el día que no dude, dejaré de creer en el ser humano y me revolcaré en el lodo pisoteándoos a todos... Puede que en ese momento os empiece a caer bien, dejaré de ser un extraño, dejaré de ser plástico y retornaré a la carne.


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