Otra vez es jueves, día de convulsiones y vuelven a llamar a la puerta. La verdad es que ya estoy cansado de ir a abrir, pero… si no lo hago yo, ¿quién lo hará? La última vez se habían dejado las llaves dentro y la anterior se confundieron de bolsillo y no las encontraban. Tendré que levantarme otra vez, aunque mi paso ya es algo cansino.
“- Hola de nuevo.
- ¡Menos mal que estás aquí! No sé qué haríamos sin ti.
- Oye, de tanto abrir puertas he dejado de abrir las ventanas y el ambiente empieza a cargarse.
- No te preocupes, esto es temporal, está a punto de llegar y ya verás entonces. Tú sólo confía en mí.
- Me duele la cabeza... uhm... no pasa nada... déjalo estar y pasa.”
Otro jueves, otra semana y la esperanza desfallece y el espíritu se apaga un poco más.
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