Hace aproximadamente un mes me compré unas sandalias. Mis grandes pies sufren en verano el calor y por eso no les importa dejarse ver. La semana pasada las estrené; piel curtida sobre fina piel. Acabé con ampollas en dos dedos.
Aunque yo fui uno de aquellos que prometió que nunca se pondría calcetines con sandalias, el martes pasado lo hice, eso sí, con un par.
Porque rectificar es de sabios y combinar denota estilo.
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